El tratamiento y el eventual reciclado de las aguas contaminadas con hidrocarburos en lavaderos de equipos y camiones se traducen en ahorros.
Equipamiento situado en explotaciones mineras o petroleras, maquinaria de las industrias papelera y siderúrgica, vehículos para transporte de carga o de pasajeros, equipos viales o para operaciones portuarias… El lavado de equipos y vehículos es un proceso necesario en numerosas industrias, ya sea para mantener el aspecto exterior, o bien para facilitar las inspecciones y las tareas de mantenimiento preventivo. En este último caso, el lavado contribuye a mejorar la visibilidad del estado de los componentes mecánicos y mangueras, las perdidas de fluidos, y los desgastes menores que, de no ser corregidos, podrían causar roturas y paradas no programadas.
“Cuando se hace el lavado de uno de estos equipos, el agua que se utiliza se contamina con distintos tipo de hidrocarburos: pérdidas de aceite de motor, de aceite hidráulico, de aceites del sistema de transmisión, gasoil y grasa. Es un agua que no puede ser vertida en un en un curso de agua, o en un conducto pluvial o cloacal. Verter esta clase de aguas ha derivado en multas, e incluso en la clausura de los lavaderos”, asegura Jorge Edelstein, gerente general de COSMACA, una empresa argentina que fabrica y distribuye equipos para el tratamiento y el reciclado de las aguas contaminadas de los lavaderos. Los clientes de COSMACA incluyen empresas de la Argentina y el exterior, como Loginter, Roman y Terminal 4, entre otras.
Sin multas y con ahorros
Ya sea que se trate de lavaderos propios en las empresas —que son cada vez más frecuentes— o de empresas que brindan este servicio a sus clientes, el desafío es optimizar la operación, bajar costos y evitar sanciones. Por un lado, resulta claro que con el correr de los años la obtención de agua limpia es cada vez más cara, y ese valor seguirá en alza en el futuro. Aún cuando el agua se obtuviera de pozo, el costo de extracción, y el mantenimiento de las bombas y de los pozos pueden tener un impacto significativo en la operación.
Por otro lado, a fin de evitar multas o sanciones más importantes, los lavaderos deben cumplir con las reglamentaciones medioambientales. “Si quiero disponer del agua, debo tener un contenido máximo de hidrocarburos de treinta partes por millón”, advierte Edelstein. En la Argentina existen equipos que hacen esta clase de tratamiento, agrega. Esa agua con menos de 15 ppm de hidrocarburos puede ser reutilizada, por ejemplo para riego.
Sin embargo, existe un proceso superador, que es el reciclado. Esto es, procesar el agua contaminada para que tenga cero partes por millón de hidrocarburo, y reutilizarla. “Con ello se reduce el consumo. Hoy muchas empresas hacen el reciclado continuo del agua, y reponen sólo el agua evaporada y la que se va con la unidad que se lavó. Es una reposición mínima”, asegura Edelstein.
“Reciclando —agrega—, el único efluente que se genera es la mezcla de hidrocarburos y barros. Pero como no tienen agua, el volumen es menos de la centésima parte. Estos líquidos, una vez purificados podrían ser usados como combustibles alternativos”. En este mismo orden, y al reducir la cantidad de efluentes generados y mejorar el proceso de tratamiento, se puede mejorar la categoría como generador de efluentes del lavadero. “Se sabe que cuanto más efluentes generás, más severas son las autoridades con los controles, y mayor es la carga impositiva. Mejorando el nivel de cuidado del ambiente, se empiezan a reducir esos costos”.
Calculando el retorno de la inversión
Edelstein asegura que, por lo general, estos equipos se repagan en menos de un año, con todos los ahorros que se logran. Además, el uso de estos equipos aportan un intangible que es bien valorado: “En algunas organizaciones es muy importante no aparecer ante la opinión pública como empresa contaminante”.
El equipo de tratamiento no tiene ningún insumo, explica Edelstein. “Sólo tiene un motor de bombeo del agua contaminada, que puede ser de medio o un HP, alimentación eléctrica para el tablero, y un consumo de aire comprimido de dos a tres veces por día de 10 minutos de un caudal mínimo”.
Por otra parte, el pos-tratamiento para el reciclado tiene dos tipos de insumo. “Los elementos que retiran los hidrocarburos, entre los 15 ppm y los 0 ppm, que son de muy fácil disposición. Y los elementos filtrantes para la retención de partículas sólidas que pudieran afectar a las partes cerámicas de las bombas de alta presión que se usan en las hidrolavadoras. El costo de estos insumos es despreciable frente a los ahorros. Además, el mantenimiento es casi nulo, y su costo es despreciable. A lo sumo ocupa media hora hombre por año”, resume Edesltein.