Smart Cities, soluciones digitales para la nueva movilidad urbana

El Internet de las cosas, la inteligencia artificial y las redes 5G pondrán al revés la movilidad urbana.

Conectado, seguro y eficiente. A partir de estas tres características, los centros urbanos “ordinarios” se convertirán progresivamente en Ciudades Inteligentes, capaces de comunicarse con las estructuras circundantes mejorando, al mismo tiempo, las condiciones de vida de todos sus habitantes. Aunque esta transformación conformará una larga lista de sectores y servicios, desde la gestión de residuos hasta el uso inteligente de las energías renovables, los mayores cambios se producirán en el ámbito de la movilidad. Se habla de coches autopropulsados, vehículos totalmente autónomos que ya no necesitan ser conducidos físicamente. Mientras tanto, se están realizando grandes inversiones con vistas a reducir a cero el número de víctimas de accidentes de tráfico.

Todo esto sólo será posible en un entorno en el que todos los vehículos y las infraestructuras puedan comunicarse libremente entre sí, y dadas las condiciones desoladoras en las que se encuentran varias ciudades italianas, para muchos esto puede parecer nada menos que ciencia ficción, aunque las ciudades inteligentes ya son una realidad, y esto gracias a las redes e infraestructuras inteligentes, empezando por Milán, que ocupa el primer lugar de la lista de ciudades inteligentes. La verdadera fuerza motriz, sin embargo, vendrá con la introducción, a partir de 2019, de la conectividad 5G, capaz de asegurar el intercambio de datos sobre rayos -desde el gigabit actual hasta los 10 Gbps y más allá- con poca o ninguna demora de tiempo. ¿Qué significa esto? En un entorno conectado, un coche podrá alertar a otro vehículo de su posición en un milisegundo, frente a los 20/30 ms que necesitan los sistemas más avanzados del mercado actual, evitando así un accidente. Tal y como están las cosas, varios vehículos están equipados con el protocolo Car to X, capaz de “hablar” de forma autónoma con otros vehículos, por ejemplo, para señalar una situación peligrosa. Esta “nueva era” de la conectividad abrirá escenarios sin precedentes, empezando por el papel vital desempeñado por la Internet de los objetos que se fusionará con la Internet de los coches, asegurando un “hilo conductor” entre la vida doméstica, el trabajo y la movilidad. Todo ello en una ciudad capaz de comprender en tiempo real las necesidades de sus ciudadanos. Las ciudades inteligentes mejorarán significativamente la calidad de vida, empezando por los problemas cotidianos como la búsqueda de aparcamiento. De hecho, gracias a la presencia masiva de cámaras y sensores en toda la ciudad, los vehículos autónomos serán informados sobre el espacio libre disponible más cercano, convirtiendo una de las acciones más temidas en una experiencia libre de estrés para el conductor además de reducir la cantidad de emisiones producidas.

El verdadero punto de inflexión, sin embargo, vendrá a través de un cambio en la percepción general del transporte. La movilidad se está convirtiendo poco a poco en un servicio, que se expresa mejor con el acrónimo MAAS (movilidad como servicio). El concepto clave es poner tanto a los pasajeros como a las mercancías en el punto de mira, ofreciendo soluciones de movilidad a medida basadas en las necesidades individuales de los usuarios finales. Si, por una parte, varios programas de movilidad compartida, como el uso compartido de bicicletas o de automóviles, ya son capaces de trasladar a las personas, en el futuro se creará una plataforma integrada que combinará vehículos privados y públicos. Según un estudio de PwC, se espera que el mercado de servicios de coche compartido a la carta crezca de 87.000 millones de dólares en 2017 a 1,4 billones de dólares en 2030. Sólo en Europa, las estimaciones hablan de un crecimiento que se espera que pase de 25.000 millones de dólares en 2017 a más de 450.000 millones de dólares en 2030. El hecho de que el intercambio de datos será el verdadero protagonista del escenario de movilidad del mañana, fue confirmado por la decisión del gobierno chino de restringir, a partir de 2025, las nuevas matriculaciones sólo a los vehículos capaces de compartir información entre sí y con el entorno circundante. Si China toma la iniciativa, los coches conectados se convertirán en una constante también en Europa, en un escenario en el que las ciudades inteligentes sustituirán a los centros urbanos tradicionales.