Y quién le dice al abuelo…

Que deje de conducir?

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Es ley de vida. Nos hacemos viejos, perdemos facultades y llega un momento en que tenemos dificultades para conducir hasta el punto de convertirnos en un verdadero peligro para nosotros mismos y para el resto de conductores que circulan tranquilamente por la carretera.

Una situación familiar muy común es la del anciano que se resiste a dejar de conducir desoyendo el consejo de sus familiares que temen que la historia acabe en tragedia. El problema casi siempre empieza de la misma forma: Primero son despistes y pequeños roces para pasar después a pequeños golpes “de pintura” en ciudad sin daños físicos para ninguno de los ocupantes. Pero evidentemente la cosa puede ir a más…

Para evitar esta problemática la ley contempla que todos los permisos de conducción se renueven/prorroguen periódicamente incluyendo un examen psicotécnico de las capacidades del conductor. Pero evidentemente todos sabemos que esto en la mayoría de los casos es insuficiente y salvo deficiencias muy importantes, estos tests suelen ser casi siempre favorables al conductor que busca renovar su licencia.
En muchos casos el hecho de poder conducir es un instrumento importante para la autoestima de los ancianos, y la posibilidad de dejar de conducir puede llegar a ser un hecho traumático importante. Por eso los especialistas sugieren que las familias lo traten con cautela, midiendo las palabras y con la ayuda de su médico de familia.

Algunas frases sugeridas para comenzar la conversación que trate de convencer a nuestro anciano de que debe dejar de conducir son las siguientes:
La gente ya no conduce con la seguridad de antiguamente… y los vehículos son más rápidos…
¿Cuando dejaron tus padres de conducir?
¿Qué efecto o contraindicaciones tienen las medicinas que tomas en la conducción?
No obstante, en el caso de conductores de vehículos de carga pesada y muy especialmente aquellos que son propietarios de sus unidades, constituye un alto riesgo estar al volante, pues hay una serie de factores que contribuyen a elevar esas situaciones peligrosas, por falta de una buena visión, disminución de los reflejos, diabetes, artritis, tensión alta, problemas vasculares

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